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Historia Real: Mi viaje al extranjero sin saber inglés

Escrito por: Humberto Mendez Valencia

Recuerdo la vez que viajé al extranjero sin saber inglés, sin duda una de las experiencias que me han puesto más a prueba porque me tuve que enfrentar a un sinfín de obstáculos que ni siquiera había imaginado.

Siempre he sido una persona muy aferrada y cuando decidí realizar ese viaje fue con el único objetivo de cumplir una de mis típicas propuestas de año nuevo…de hecho la única que sí llevé a cabo, ¡pero vaya manera de hacerlo!

Nunca me había preocupado por aprender inglés, para mí era más que suficiente lo que sabía por las clases que -como a todos- me dieron en la escuela, donde me enseñaron lo más básico: tiempos verbales, vocabulario, gramática, etcétera.

Unas horas antes de tomar mi avión, los nervios me ganaron así que como ya habían pasado algunos añitos de mis clases de inglés, me dispuse a buscar preguntas básicas en inglés para viajar; encontré lo clásico “Excuse me, can you help me…?”, Sorry, can you repeat that?”, “How much does it cost?” y, por supuesto, no podía faltar “Could you take me a photo, please?

Sin embargo, también recordé que alguna vez un amigo me contó que cuando viajó al extranjero no se vio en la necesidad de hablar inglés, pues él se pudo comunicar muy bien a base de señas, ¡así es! Con solo señalar lo que quería pedir para comer o el lugar al que necesitaba ir, según él la gente le entendía.

Con eso y lo que sabía a medias, ya me sentía más que confiado y preparado para mi gran viaje, por lo menos sabía saludar y decir “gracias”, ¿qué más podía necesitar?

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Estaba muy equivocado, necesité muchas estando allá. Aunque llegar a mi hotel no fue algo tan complicado porque solo le dije al conductor del taxi el nombre del lugar, mi primer reto fue enfrentarme a la recepcionista, quien después de entregarle los datos de mi reservación, me empezó a comentar algunas cosas que no entendí en lo absoluto.

Seguramente se trataba de información importante sobre mi estadía, tal vez el horario en que tenía que dejar la habitación, algunos cargos extra que podría tener, qué se yo. El punto es que entendía solo palabras sueltas y solo asentaba y decía “yes” o “thank you”; más no pude hacer.

Traté de tener el menor contacto posible con las personas del hotel, pues no quería sentir de nuevo esa frustración de no entender nada de lo que me decían.

Nunca he sido muy afín a los tours que dan las empresas porque tienen un itinerario muy presionado y pienso que ni siquiera se puede disfrutar bien del viaje, así que decidí tomar mi camino para conocer los lugares que más llamaban mi atención.

Debo confesar que no fue complicado trasladarme a esos lugares, la verdad pudo ser peor, pero gracias a la tecnología supe qué transporte tomar y hacia dónde caminar.

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Lo malo fue cuando tenía que preguntar algo porque mi celular se había quedado sin batería o cuando tenía que comprar los boletos de entrada porque las personas que atendían me hablaban como si yo entendiera el inglés, ni siquiera hacían el intento por hablar más despacio o tratar de explicarme de otra manera.

Recuerdo algo muy penoso que me pasó el primer día que salí a conocer, tomé un camión y cuando pagué me dieron un boleto pero no me regresaron mi cambio, así que como pude le cuestioné a la conductora y ella me explicó que el boleto era mi cambio, o sea que lo podía utilizar para pagar otro transporte.

Más o menos entendí su respuesta, pero también comprendí que aunque fueran pocos días los que estaría en ese lugar, iba a tener que comunicarme de la manera que pudiera, pero era necesario.

La verdad, todos los días tuve que hacerlo aunque fuera una vez, tuve que pedir indicaciones para ir a algún lugar, ordenar mi comida, pagar cosas, etcétera; claro que ni siquiera podía estructurar bien las preguntas; de nada me sirvió buscar y practicar mis frases en inglés para viajar.

 

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Al estar ahí, en medio de un lugar donde no hablaba el idioma, sentía que las personas se podían desesperar al no entenderme o que hasta podían burlarse de mi intento por comunicarme, ¡sonaba como un robot!

Sin duda, disfruté mi viaje porque estuvo lleno de experiencias pero también entendí que aprender idiomas me abriría muchas puertas y me serviría para aprovechar y gozar al máximo mi próximo viaje.

Me imaginé lo diferente que pudo ser si hubiera sabido inglés, seguro hubiera ido a más lugares e, incluso hubiera podido conocer gente que me platicar cómo es la vida allá, que recomendara otros sitios y hasta seguiría en contacto con ellos.

Seguramente, me perdí de algunas cosas, pero finalmente aprendí la lección y me hice un nuevo propósito de estudiar para saber inglés y poder hacer mi próximo viaje al extranjero.

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